Versículo del día: “Porque yo sé los planes que tengo para ustedes,” declara el Señor, “planes de prosperarlos y no de hacerles daño, planes de darles esperanza y un futuro.” — Jeremías 29:11
Mira, no sé tú, pero a veces me imagino a Dios allá arriba con una tabla celestial, esbozando mi vida como si fuera un plan de negocio divino—solo que yo soy la emprendedora que sigue derramando café sobre sus notas. “¿Prosperidad? ¿Esperanza? ¿Un futuro? Suena genial, Jefe, pero ¿podemos hablar de por qué mi Wi-Fi está fallando otra vez?” No me da una respuesta directa, o tal vez sí, en forma de Jeremías 29:11, donde me recuerda que Él tiene todo bajo control—aunque yo no tenga ni idea.
Aquí va la cosa: Soy una mamá, esposa y emprendedora con un talento para analizar demasiado todo (sí, incluso la lista del supermercado—¿por qué compré otra lata de leche de coco?). Pero cuando se trata del propósito de Dios para mí como emprendedora, estoy aprendiendo que no se trata de descifrar el contrato celestial, sino de confiar en el que lo escribió. ¿Tú también? Perfecto, desglosenos esto juntos.
La llamada que no para de sonar
¿Alguna vez sientes que Dios te dio un golpecito en el hombro y susurró, “Oye, tú—sí, la que está metida en X en vez de terminar ese correo para el cliente—tengo un trabajo para ti”? Ese es el llamado del emprendedor, amigos míos. No siempre es glamoroso—a veces es solo tú, una laptop y una oración para que el pago de PayPal entre a tiempo—pero es tuyo. Dios no te dio ese empuje por accidente. Te diseñó para eso, con todo y tus condiciones especiales.
Piénsalo: Jeremías 29:11 no es un póster motivacional cursi. Es Dios diciendo, “Tengo un plan, y no es dejarte chapoteando en el lado bajito de la piscina de la vida.” Promete esperanza, un futuro y—me atrevo a decirlo—prosperidad que probablemente no incluye un yate, sino cosas que evitan que te marchites. ¿El truco? Sus planes no vienen con GPS. Tienes que confiar en la guía de ruta, incluso cuando parece que estás atrapada en un semáforo espiritual preguntándote si te pasaste de la parada.
Mi caso se encuentran con Su plan maestro
Seamos sinceros—no soy exactamente el modelo de “Todo bajo control”. La semana pasada quemé la cena porque me distraje viendo un documental. Y aun así, Dios dice, “Sí, puedo trabajar con eso.” Esa es la parte loca: Su propósito no exige que sea perfecta; solo que esté dispuesta a hacer el trabajo.
Entonces, como emprendedora, he empezado a preguntarme: ¿Y si mis sesiones de brainstorming a medianoche, mis charlas chistosas con clientes, mi obsesión con DOGE—y si todo eso es parte del trabajo que Él tiene planeado? Tal vez mi propósito no solo son las grandes victorias (aunque, Señor, digo que sí a esas). Tal vez está en los momentos caóticos y rutinarios donde conecto con gente que lo entiende—que ve el humor en el ajetreo y la esperanza en el caos.
Tu turno: Conversa con el Gran Jefe
Aquí va tu paso de acción, porque no solo estoy aquí para divagar (aunque se me da bastante bien): Tómate 10 minutos hoy—sí, hoy, no “cuando me sienta lo suficientemente santa”—y reza. Pídele a Dios que te cuente sobre Su propósito para tu negocio. Sin presión, sin palabras elegantes. Solo tú, Él y tal vez un lápiz para anotar lo que se te ocurra. ¿Una idea random para un producto nuevo? ¿Un empujoncito para llamar a ese cliente que has estado evitando? ¿Un antojo repentino de tequeños? (Ok, esa última puede ser yo proyectando.)
Escríbelo. No lo pienses demasiado. Dios no está calificando tu caligrafía—está feliz de que estés escuchando.
¿La conclusión? Confía en el proceso
Te dejo con esto: Abrazar el propósito de Dios es menos sobre descifrar el código y más sobre disfrutar el viaje—incluso cuando el GPS (o sea, tu plan a cinco años) grita “recalculando”. Él tiene planes para prosperarnos, no para hacernos una broma. Así que, ya sea que estés arrasando en la sala de juntas o solo intentando no quemar la cena, debes saber esto: Estás justo donde Él te quiere, y eso es un lugar bastante genial para estar.
Ahora dime—¿qué cosa interesante crees que Dios coló en tu propósito? Escríbeme en X @beckydemuir e intercambiemos historias. Porque si algo he aprendido, es que Sus planes son mucho más divertidos cuando los desciframos juntas.

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